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     Flora


    Las plantas que viven en regiones áridas presentan una serie de características que les permiten sobrevivir y reproducirse en ambientes que presentan muy poca agua. Estas características muchas veces son modificaciones que han adquirido a través del paso del tiempo y que de alguna forma le resultan benéficas a las plantas que las poseen, porque les permiten hacer frente a la falta de agua de mejor manera.

    Una de las características que es posible encontrar en las plantas de los desiertos, es la presencia de tejidos que pueden almacenar una gran cantidad de agua y otros nutrientes. Estos tejidos se conocen como parénquimas y representan una ventaja para la planta, porque ésta puede hacer uso del agua incluso en épocas de sequía.

    Como resultado del almacenamiento de agua, se produce un notable aumento en el volumen de todo el tallo; esto ocurre en muchos cactus y magueyes, y también en el “sotolín” (Beaucarnea gracilis), en donde sólo se presenta engrosamiento en la parte inferior del tallo. Por este engrosamiento de tallos y hojas, a este tipo de plantas se les conoce como suculentas o crasas.

    La forma de las plantas puede afectar su capacidad de almacenar o perder agua. Las plantas pierden agua por transpiración a través de su superficie. El hecho de que algunas plantas tengan formas globosas o columnares, como ciertos cactus, reduce la posibilidad de pérdida de agua, pues se encuentran menos expuestas a la radiación del sol y, por lo tanto, se calientan menos, a diferencia de lo que ocurre con plantas que presentan una gran cantidad de hojas directamente expuestas al sol. Así, como las hojas representan una gran pérdida de agua, es común que en los desiertos encontremos plantas sin hojas, o plantas que pierden sus hojas durante el período de sequía.

    En muchos casos, las hojas se han transformado, a través de muchos años, en espinas, escamas y aguates (estos últimos también conocidos como gloquídias). Una característica común que presentan las plantas suculentas es un notable engrosamiento de la “piel” o cutícula, así como la presencia de capas de “cera” sobre su superficie.

    La cutícula está formada por una sustancia llamada cutina que, al igual que las ceras, impiden tanto la entra-da como la salida de agua. La cutícula recubre casi toda la superficie de los tallos y de las hojas, por lo que en ocasiones puede desprenderse casi completamente de algunas partes de la planta. Esto pasa con las pencas de algunos magueyes (Agave) de los que se extrae la cutícula para ser utilizada como envoltura de guisos tradicionales cocidos a vapor, como los mixiotes.

    Las ceras también han sido tradicionalmente extraídas de plantas de la región (como la candelilla) y utilizadas para la elaboración de veladoras. Además de los rasgos externos que se han mencionado hasta ahora, algunas de las características asociadas a las plantas de climas áridos tienen que ver también con su funcionamiento interno, es decir, con su metabolismo .

    Una parte importante del metabolismo de las plantas es la fotosíntesis, que es un proceso que consiste en usar la luz del sol, el dióxido de carbono (CO2) del aire y el agua del suelo para construir compuestos y sustancias más complejas, que son los que la planta usa para crecer y reproducirse. Al mismo tiempo que las plantas toman CO2 del aire, también liberan oxígeno al medio ambiente y pierden agua en forma de vapor.

    En la mayoría de las plantas la liberación de vapor de agua es mayor a altas temperaturas, es decir, durante el día, cuando el sol es más intenso. Sin embargo, las plantas de zonas áridas, como los cactus y magueyes, tienen la capacidad de absorber CO2 y liberar el oxígeno y el vapor de agua durante la noche, cuando la temperatura es más baja y la humedad del aire aumenta; esto trae como consecuencia que la pérdida de agua sea mínima.



     
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